viernes, 18 de diciembre de 2009

Faceta quinta: el eterno cobarde

Creo que me lié con él tres meses después de que volviera. No había reparado antes en él, y tampoco es que recuerde como me llamó la atención. Creo que fue una discusión sobre la ética y si había algún límite que no se podía traspasar. Su dialéctica era excepcional, y sus argumentos, amplios, meticulosos. Era un placer oirle hablar. Tampoco estuvimos mucho juntos, cinco meses, quizás seis. Para él yo era su primera relación ( algo que no me extrañó cuando me lo dijo ), para mi, él era una más. No estaba yo con la paciencia necesaria para educarle en ese aspecto.

¿ Sabes ? Creo que nunca estuvo enamorado de mi. Los días entre que le conocí por primera y nuestra primera cita a solas, le recuerdo echando miradas fugitivas a la chica esa que luego se quedó embarazada. Nunca les vi hablar y tampoco vi que ella hacia él hiciera nunca ningún gesto, ni de asco, ni de indiferencia... Nada. Él estaba ahí, incapaz de hacer nada, superado por los acontecimientos.

Le pasó lo mismo conmigo. Yo acababa de dejarlo con uno de industriales. Digamos que yo lucía cornamenta en aquellas fechas. Y deseaba vengarme. Él fue el objetivo fácil. En la primera copa estábamos hablando tranquilamente, en la segunda, le tenía acorralado en una esquina del bar. En la tercera, le besé. Sí, lo hice todo yo. Él se dejó hacer. Creo que si hubiera sido capaz hubiera apartado la cabeza, pero no pudo. Debió asumirlo como un castigo y se dejó llevar. Tuve que llamarle yo después, y no estaba muy deseoso de que quedáramos. Pero prácticamente le obligué. Digamos que le obligué durante todos esos meses. Le hice recogerme, ir a cenar, acostarse conmigo... Estoy convencida de que, si yo no me hubiera hartado, el habría sido incapaz de abandonarme. Podría haberle llevado al altar, habernos ido a vivir a un sitio que él odiara, no se. Pero jamás hubiera sido capaz de levantar la cabeza, alzar la voz y decirme "no".

Era un gran tipo, eso sí. Le faltaba esa fuerza interior, esa confianza. Pero dentro tenía un diamante. Por eso salió de la carrera ya con un gran trabajo mientras los demás nos arrastrábamos de beca en beca.

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