jueves, 22 de noviembre de 2007

Feeling blue and angry in Paris

Digamos que ayer el día empezó sintiéndome así:


y a partir de ese momento la cosa no mejoró, claro. Tendría que haber hablado ayer con alguien, a ver si alguna me sacaba del error en que parece estoy cayendo. Lástima de estar en París, sin internet y sin teléfono, que me niego a llamar por móvil, que es una pasta. Pero bueno, lo que tiene llenarse de odio, me temo. Dificil de explicar, y aunque tu ves razones por todas partes, el resto del mundo como que las justifica.
Es curioso como hay gente a la que justificamos sin problemas y como a otros no les pasamos ni una. Me temo que lo hacemos todos. Hay algo que nos hace saltar con respecto a una persona y a partir de ese punto, nos es mucho más difícil perdonarle. Nos ponemos las gafas de ver sólo las cosas negativas y somos capaces de encontrar el auténtico motivo por el que alguien hace todo, que aunque quizás sea el correcto, no suele ser el que todo el mundo piensa.

En fin, mientras esto sucede, llueven los mails del viaje del puente de diciembre y de cenas de Navidad. Supongo que en la cena seremos casi los mismos, aunque habrá bajas seguras ( el que quiera saber cuales, que mire las fotos del año pasado y medite unos segundos ), esperemos que los que no pudieran asistir no tengan planes alternativos este año. Quizás podamos acabar ese torneo de billar que fuimos a echar y todo.

Del puente de diciembre, discusiones bizantinas sobre quien viaja cada día y en cuantos coches. Absurdo a más no poder. Fuerza y honor para los que acaban subiendo cinco juntos el jueves, os hemos hecho la 3.14, sin duda. Confiemos en caber todos en uno de los dos apartamentos que tenemos para poder jugar a... Bien, ¿ alguien sabe algún juego que no sea el hombre lobo para diez jugadores? Podemos jugar al Bang! modo mío, esto es, poniendo la proporción que a mi me apetezca de cada cosa, en plan 6 sherifs, y 3 vices y un renegado, algo así. Si el renegado es Ch sería capaz de ganar en esas condiciones...

En fin, confío en templar mis ánimos al volver a Madrid e ir recuperando el ritmo que no tengo de nada. Hay dos o tres personas que pueden ayudarme para que se me pase el cabreo; tendré que recurrir a ellas, de nuevo. Aunque me temo se lo que van a decirme.

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