lunes, 19 de noviembre de 2007

Las cosas buenas que nos revelan las malas

Llevo unos días en los que las cosas no solo me van saliendo bien a mi, sino que hay buenas noticias por mi entorno, alguna que todos sabeis pero que aún no quiero escribir por aquí (no tengo muy claro porqué, la verdad, porque fue la gran noticia del sábado), y alguna que casi todos desconoceis de la que me enteré el domingo. De importancia mucho menor que la primera, claro está, pero aún así algo positivo. Pasos adelante que va dando todo el mundo en la vida.

Lo triste del caso es que, después de estas dos noticias y después de haber conseguido ayer dejar cerrado el viaje a Huesca ( n horas mirando webs para acabar en un sitio que sabíamos desde el viernes ) dormí fatal, con esa intranquilidad típica de los días en que ha pasado algo importante, algo que ha dejado huella y de gran importancia. Lo mismo me ha pasado en el avión, que dormitaba y tenía sueños en los que mi subconsciente me relataba mis preocupaciones en clave de película, aunque con unos protagonistas extraños.

Creo que por fin, mientras hacía cola en la monstruosa fila que había para pillar un taxi en el aeropuerto, he comprendido el problema, y el problema ahora mismo soy yo. Las cosas salen bien, estoy tranquilo, me llevo alegrías, soy más o menos feliz, pero estoy parado. No avanzo en ninguna dirección, porque no hay ninguna dirección en la que avanzar. Falta esa motivación que tenía antes, en la que todas las piezas encajaban como un maravilloso puzzle sideral. Tenía una motivación externa que me rellenaba sin yo saberlo y que iba tirando de mi y haciendo que todo tuviera sentido. Siempre pensé que era muy independiente, y me he dado cuenta de que soy mucho más dependiente de lo que pensaba. Pensé que dirigia mi vida, y me dejaba llevar.

Ahora tengo que encontrar una motivación, fijarme metas, proponerme objetivos y cumplirlos. El problema es que después de estos meses, se que objetivos como sacarme la carrera de la UNED, finalizar la San Silvestre, enriquecerme como una rata o similares me van a dejar indiferente. Son cosas incapaces de llenarme. Me llenan mucho más mis amigos, los largos correos de gente a la que aprecio hablando sobre cosas importantes, las conversaciones sobre cosas que de verdad importan. Y aún tengo alguna conversación pendiente con al menos dos grandes personas, que yo recuerde.

Mi vida será lo que yo haga de ella, y voy a esforzarme porque lo que haga valga la pena. Voy a abrir los ojos, disfrutar de los colores y luchar por todo aquello valioso de verdad. Me he dado cuenta que así, quietecito, no vamos a ningún sitio. Y quiero volar!

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